Pedro: ¿estás comiendo
bien? – le preguntó, mientras Mateo se encontraba inquieto en los brazos de su
papá.
Paula asintió de costado.
Pedro: Pau… tenes que
cuidarte, por vos, por los bebitos – y de repente Mateo incordioso por la forma
en que su padre lo sostenía le pego un manotazo en el hombro donde a Pedro más
le dolía- Ay!
Pau: ¡Mati! Damelo
– y Pedro se lo alcanza- ¿te duele
mucho?
Pedro: (sonríe) un poco, pega fuerte eh!
Paula sonrió: No se pega
mi amor- le decía al bebé y este buscaba
el pecho de su mamá- debe ser que tiene hambre
Pedro: dale de comer, y
de paso me llevo a Nico a su cunita
Pau: seguro que podés?
Están pesados
Pedro: claro que puedo,
es un bebé Pau
Pau: No hace falta que
te hagas el fuerte, se que te duele todo
Pedro: y vos no te hagas
la superada, y mejor que empieces a comer bien o buscamos una nutricionista
Paula puso mala cara y
siguió dándole la teta a Mateo sin emitir palabra. Pedro tenía razón en lo que
le decía.
Pau: amor, ¿queres que
te pase crema?- le preguntó después de darle de comer al Mateo, que
extrañamente se había vuelto a dormir, de verdad tenía mucho sueño acumulado y
Paula le dio lastima despertarlo aunque suponía que a la noche iba a ser un caos para dormirlo a él y a su
hermano.
Pedro: dale mi amor,
espérame que la busco
Pau: yo voy-lo
interrumpió.
Pedro: vos te quedas
acostada- le ordenó.
Pau: No seas exagerado,
amor
Pedro regresó con la
crema: No soy exagerado, trato de cuidarte, ¿mira si te caes con el nene?
Pau: basta, me haces
sentir peor
Pedro se saca la remera
y se pone de espaldas.
Pedro: ¿no te estarás
sobre exigiendo mucho? Teniendo en cuenta que estas época de lactancia y que no
es solo un bebé, son dos, requieren más tiempo, dedicación
Pau: No creo, tampoco
estoy comiendo tan mal, es hasta que entre en ritmo- le dice con firmeza,
mientras se acomodaba para comenzar la sesión - venia de no hacer nada
Pedro: si vos decís, si
no vamos al medico
Pau: la semana que viene
tengo turno y le pregunto
Pedro asintió.
Pau: tenes muchísimos
moretones, mi amor-
Pedro: pasame despacito-
le dice ñañoso.
Pau: si, mi vida – dice
riendo
Pedro: no te rías- medio
se enfada.
Pau: te amo, mi amor- le
dice y le da un beso en la nuca, antes de continuar con la crema.
Pedro: yo también
Después de pasarle la
crema, se acostaron a dormir un rato antes de la cena. Paula se despertó con
muchísimo apetito, aprovechó que los bebes aun dormían para comer algo.
Minutos después sintió
desde arriba el llanto de un bebé, y por lo agudo supuso que se trataba de
Nico.
Cuando llega al cuarto,
Pedro aun dormía, no había sentido para nada los gritos del bebé.
Una vez con el gordito
en brazos, Mateo se despertó atrás de él. Por suerte este no lloraba, así que
cargó a Nico en el canguro de espaldas, luego tomó a Mateo en brazos y bajo a la cocina para no molestar a Pepe.
Dejo a los bebes en su
mantita con todos los chiches, y se dedicó a jugar con ellos un ratito,
mientras preparaba la cena.
Al principio, los Alfonsitos
estaban tranquilos, ambos se sentaban y acostaban a su gusto, se tocaban entre
ellos, alguna que otra caricia media brusca, pero tenían una química muy
especial. Jugaban juntos.
Paula los observaba
desde la mesada, cuando fue a poner la comida en el horno escuchó un llanto de bebé y va corriendo hasta donde estaban.
Mateo estaba lagrimeando con su hermanito acostado encima.
Pau: ¿Qué paso acá?-
dice y sin darse cuenta levanta demasiado la voz, y Nico también se asusta y
empieza a llorar- Perdón mis amores, perdón – se lamenta e intenta calmarlos
pero no había forma.
Cuando alza a Mateo siente un olor hediondo, debía
cambiarle el pañal, y Nico todavía seguía llorando. Y la comida en el horno.
Definitivamente necesitaba la ayuda de Pedro.
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